lunes, 23 de marzo de 2015

ESTUDIANTE VIAJA A SAN QUINTÍN POR MOVIMIENTO DE JORNALEROS

Por: Jesús Saucedo/Colaborador
El día 18 de marzo desperté con la sensación de que debía ir a San Quintín, además de ser originario de esa zona mi gusto por la fotografía incitó aún más todo aquello que sentía. Así que me cambie de ropa, tome un poco de dinero que tenía guardado y partí rumbo a Punta Colonet, donde tengo a mi familia. Una vez llegado a la localidad hice un recorrido en el pueblo, todo se mostraba tranquilo, seguí avanzando hasta el próximo poblado, el ejido Díaz Ordaz donde solo se encontraban unidades policíacas.
Minutos después, en el poblado de Camalú, mientras transitaba pude observar a una muchedumbre que cerraba la carretera. Bajé de el vehículo y camine unos metros, para poder integrarme a las personas que se encontraran ahí. Luego de haber llegado aproximadamente 25 unidades de la policía arribaron al lugar, mi mente solo pensaba en que debía retratar aquello, mi corazón latió más fuerte.
Pedí referencia de la próxima población, solo me dijeron: “no vayas, te me van a agarrar a pedradas y capaz te queman el carro”. Para mi esa fue una respuesta motivante; en lugar de asustarme me emocionó la idea de continuar.
Piedras en la carretera, llantas tiradas, postes y letreros quebrados, fue lo que observé en el recorrido hasta la colonia Vicente Guerrero, manejé con precaución hasta lograr entrar. Las personas vagaban por todo el poblado, escondí mi carro y lo recorrí a pie. Se podía sentir el ambiente de hostilidad, creo yo que por la presencia de la cámara, por lo que decidí ocultarla un poco y no llamar la atención. Tome fotografías y regrese hasta Punta Colonet.
En el transcurso de la tarde regrese el ejido Díaz Ordaz, donde ya había manifestantes, pensé en tomar algunas fotos, tome una, dos, tres… de repente escuche algunas quejas que provenían de las personas, las miradas poco a poco se dirigían hacía mi, evidentemente era algo malo. Una persona se dirigió hacia mí, me pidió una identificación y que si pertenecía a la prensa. Yo conteste que no, -soy estudiante- dije efusivamente. Para terminar de arruinar todo, había dejado mi credencial de la universidad dentro del carro; fui por ella, regrese y le explique el por qué estaba tomando fotografías. La líder me presento con la gente, una vez tenida su aprobación hice unos cuantos disparos con la cámara.
Regrese a mi casa para vaciar la memoria. El plan era regresar al día siguiente a la ciudad de Ensenada. Ya acostado pensé en que debía regresar para compartir las fotografías y la información que había recopilado.

Sin duda una experiencia memorable, y reconfortante, ya que las imágenes poseen un poder sumamente grande.


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