jueves, 17 de septiembre de 2015

¡LAS REDES NOS HAN ATRAPADO!

Por: Daniel Cisneros

Sócrates y Platón dudaban de los beneficios
de la tecnología
Sócrates, según recoge Platón en el dialogo Fedro, lamentaba el desarrollo de la escritura: temía que la gente dejara de ejercitar la memoria y se volviera olvidadiza. Sin embargo, este tipo de tecnología persistió, y con el paso del tiempo demostraría su capacidad de transmitir y conservar información, cuyo impacto transformó definitivamente nuestros hábitos y costumbres, provocando enormes cambios en nuestra manera de pensar y concebir el mundo. Siglos después nos encontramos al inicio de otra ola tecnológica similar. Las páginas de papel que leemos ahora también son electrónicas, mostradas a través de una pantalla.
Familiares, amigos, compañeros de trabajo y ex compañeros de escuela se sienten más cercanos, de alguna manera, gracias a las redes sociales. Pero la interacción virtual ha provocado que nuestras relaciones sean muy distintas a las que ocurrían en la época cuando el contacto personal era imprescindible.
Muchas discusiones actuales tienen como
trasfondo a las redes sociales.
Pero, en el fondo del asunto ¿existe una diferencia cualitativa entre una carta escrita a mano y un saludo en el muro virtual? Tomemos el caso de los ex novios de preparatoria que se reencuentran después de 20 años mediante las redes sociales. El de aquel gran pleito familiar porque bloqueamos a un primo en Facebook. Las acaloradas discusiones con desconocidos por subir memes que atacan nuestra preferencia política o deportiva. Los videos donde uno hace el ridículo o queda en evidencia por algún acto engorroso. Trollear o ser Trolleado es la cuestión.

PROBLEMAS DE APRENDIZAJE
Nicholas Carr, escritor estadounidense
Siglos después de que Sócrates se lamentara por los efectos de la escritura, el estadounidense Nicholas Carr sostiene en su controvertido artículo “Is Google making us Stupid” (2008) que Internet nos transforma en simples decodificadores de información. “Gracias a esta tecnología quizá leemos más que en los años 70´s y 80´s, pero lo hacemos de tal modo que nuestra capacidad para interpretar los textos y establecer las ricas conexiones mentales típicas de la lectura en profundidad permanece casi apagada”. Hay estudios acerca de los hábitos y actitudes de la generación Google o Millennial (los nacidos después de 1993) respecto a Internet. Al parecer la mayoría de los internautas de estas generaciones no suelen visitar más de dos o tres páginas de cualquier medio digital, y pocas veces vuelven a ellas. Prefieren saltar continuamente entre sitios.
En 2006, Jaron Lanier, teórico informático, pionero de la realidad virtual, señalo en su ensayo “Maoísmo digital” que la red ya no conecta a personas reales, sino que sirve como soporte a grandes colectivos anónimos, como Wikipedia, a los que se les ha ido atribuyendo erróneamente absoluta infalibilidad. En su opinión, la red supone un freno a la creatividad y reduce las expectativas de los individuos.
YouTube se ha llenado de vídeos con muy pobre contenido
La web 2.0, donde las tecnologías en línea fomentarían la interactividad y la participación, se han convertido en una masa de informes en la que es imposible reconocer el talento, en general se realizan comentarios con pocos argumentos y abunda el cinismo. De acuerdo con Lanier, la web 2.0 crea entidades amorfas, más máquinas que humanos. “Los comentarios en los blogs y videos con bromas insípidas pueden parecer inofensivos, pero en conjunto suponen una enorme práctica de comunicación fragmentada e impersonal que degrada la interacción entre personas. Si se escribe sobre un tema candente, los usuarios simplemente se congregan en burbujas en las que refuerzan sus puntos de vista”. Lanier denuncia que el colectivismo de que hace gala la web 2.0 dado origen a un negocio cultural insostenible. “Si quieres saber qué es lo que ocurre en una sociedad, sigue el dinero. Si se mueve hacia la publicidad en vez de hacia el arte o el periodismo, es que está más interesada en la manipulación que en la belleza o la verdad. De todo ello ha surgido un nuevo tipo de contrato social; en el, los autores, periodistas, músicos y artistas deben tratar los frutos de su intelecto como piezas que han de entregarse gratuitamente a la mente colmena de la web. La reciprocidad toma la forma de automopromoción. De este modo, la cultura se convierte en simple publicidad.”
Clay Shirky, en un informe para The Wall Street Journal, destaca que la mayoria de los contenidos los realizan aficionados quienes apenas conocen las prácticas profesionales de los medios, y que para los críticos “resultan mediocres y erosionan los criterios de calidad”. Pero esto es lo que ha ocurrido cuando se multiplican las publicaciones. “Hoy a través de YouTube podemos acceder las 24 horas del día a videos plagados de chistes insulsos; pero los usos de esta tecnología que realmente podrían cambiar al mundo aún están en pañales. Es algo que ha sucedido en la historia de los medios impresos: las novelas eróticas llegaron un siglo antes que las primeras revistas científicas”.

USOS Y COSTUMBRES
Una queja frecuente es si capturar o documentar los sucesos, observaciones y momentos de nuestras vidas que nos impide estar ahí para vivirlos; extrañamente tengo que estar de acuerdo con esto. Por ejemplo, es difícil ver la final de una copa del mundo de la FIFA y escribir tweets al respecto simultáneamente. En algún momento tenemos que determinar cuándo es más importante ser actor y cuándo ser cronista de lo que nos sucede. Pero esto es algo que pasaría con o sin smartphone, simplemente el hablar con la persona a nuestro lado durante un suceso causa el mismo efecto y los detractores de lo digital juzgarían que es mas “sano” o “genuino” porque no hay un dispositivo tecnológico involucrado. El smartphone sólo hace más evidente que nuestra atención ya es bastante fugaz por sí sola.

            “Las redes sociales unen gente, pero también provocan conflictos que nunca hubiéramos imaginado ¿has dado de baja a un amigo en Facebook y éste te ha reclamado? ¿Por qué crees que reaccionen así? Es como no invitarlos a una fiesta muy importante.” (Carr, 2011)

El uso desmedido de las redes sociales y su
facilidad para acceder a ellas hacen que
prestemos menos atención a lo "real".
La atención siempre ha sido una de las cosas más valiosas que le podemos dar a alguien. Si no se la queremos dar a una persona, vamos a usar lo que sea que tengamos a la mano para desviarla hacia otra cosa. El smartphone nos ofrece una alternativa muy conveniente para hacer esto. En algún momento tenemos que decidir si lo que está sucediendo frente a nosotros merece más nuestra atención que lo que pasa en el smartphone. Pero esto es algo que teníamos que hacer desde siempre.
Si consideramos que el sistema educativo ordinario la memoria y la repetición siguen teniendo un peso desmedido, podría parecer que no enfatizar la atención podría ser algo terrible. Pero actualmente el poder hallar relaciones entre miles de fragmentos de información, o seleccionar estos fragmentos para hallar patrones relevantes, es infinitamente más importante. Esto va de la mano con el punto de atención. Recordamos aquello a lo que ponemos atención, así que sería interesante ver qué estamos recordando.

SELFIES LETALES
Al observar ciertas noticas en línea, podríamos hacer una lista de “Las 10 muertes más absurdas por tomarse selfies” y seguro acumularíamos una gran cantidad de visitas y likes tan sólo con el título. ¿En que momento esta moda hizo que las personas buscaran situaciones de riesgo para retratarse? El problema no ésta en el medio, sino en la gente. Mientras esto se escribe, el meme de la rana René parece haber superado todo lo conocido. Pero nunca le ganará a los gatos. Los gatos dominan internet.
Los gatos han inundado el internet con imágenes, vídeos,
música, GIF, etc...
Vivimos en una época en que es posible robar los secretos más íntimos del smartphone y compartirlos con millones de personas ¿Es una práctica común tomarse fotografías semidesnudos o sin ropa? ¿Cuál es el porcentaje de teléfonos con este tipo de fotos? El ansia por llamar la atención, aunque sea por unas horas, o convertirse en el trending topic de medio día, es una condición que acosa a millones de personas.
Convendría preguntarnos cuál es el uso que le damos a las redes sociales, reflexionar acerca del objetivo que tienen, y que parte juegan en nuestra vida “real”. Gracias a ella se han organizado movimientos sociales de gran envergadura. Muchos han encontrado personas perdidas o por largo tiempo distanciadas. Miles descubren a su “media naranja”, mientras otros han sido engañados.

Esta ola tecnológica está cambiando nuestra manera de ver el mundo y las relaciones con los demás, pero debemos comprender que aún se encuentra en pañales. Somos parte de un gran experimento informático en el que todos los días realizamos pruebas.

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