Por: Pincoya/Colaboradora
¿Oíste
que feo habla?
¡Guacala,
yo no sé por qué comen eso!
¡Mira
que feo se viste!
¡Mira,
trae rastas, de seguro no se baña!
Quizá alguna vez hayas dicho alguna
de las expresiones antes mencionadas, creo que es imposible que alguien no haya
dicho algo similar en su vida. Pienso
que lo mejor que saben hacer las personas es criticar al “otro”, y no quiero
decir si eso está bien, o está mal; sólo que debería de ser de la manera
correcta.
Actualmente en nuestro país existe
una diversidad de culturas, vaya, es casual que al salir de tu casa te
encuentres con alguien que venga de otro estado, o quizá de otro país.
Por ejemplo, puede que te
encuentres con una persona que tenga un acento distinto al tuyo, y que por esto
tú te burles de ella, o tal vez te encuentres a alguien que vista distinto a
ti, y también por esto la juzgues. Vaya, o ver a alguien que coma cosas
distintas que tú, un perro por ejemplo, y te mueras del asco.
También ver a alguien con
dreadlocks (rastas) en la calle es muy común, al parecer esto ya es más moda
que cultura, pues de acuerdo a lo que sé, los dreadlocks pertenecen a la
cultura rastafari, lo cual representa parte de su cultura, así como el hecho de
fumar marihuana y demás cosas. Pero bueno, en dado caso de que uno se encuentre
con un verdadero rastafari, es típico de las personas que lo critiquen de sucio
o marihuano. Pues la gente juzga o critica al “otro” desde una postura
etnocéntrica, es decir, juzga la cultura del otro de acuerdo a su propia
cultura, lo cual para mí es incorrecto. Pienso que la manera correcta de
comprender al “otro” es mediante el “relativismo”, es decir, juzgar a la otra
cultura de acuerdo a sus pautas culturas y no de las nuestras; claro, no es
fácil, pero deberíamos ponerla más en práctica.
Como universitarios debemos dejar de lado los prejuicios, todos tenemos libertad para vestir y actuar como queramos, sin dañar a terceros |
Mediante el relativismo cultural
uno acepta la existencia de una pluralidad de culturas, acepta esas diferencias
que hay, las respeta, y sólo de esta manera uno puede vivir con el “otro” en
armonía. Así que antes de juzgar al “otro” trata de ponerte en sus zapatos.
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